Llegó el gran día. El clásico ya está aquí. El Real Madrid recibe en el Bernabéu al Barcelona con el objetivo de dar un golpe encima de la mesa y aumentar la diferencia de puntos en la Liga. Hoy debe ser un día grande para el madridismo, un sueño que 11 guerreros blancos pueden hacer realidad derrotando al eterno rival.
El Real Madrid tiene ante sí una ocasión histórica, precisamente, para empezar a voltear la historia reciente. La misma que dice que en elBernabéu hace algunos años ya que no se ve perder al Barcelona allí, y eso no se lo puede permitir un público que está habituado al caviar y al espectáculo. Esta noche se aplaudirá jugar bien o hacerlo regular, hoy es lo que menos importa. Lo verdaderamente necesario es ganar. Si hay espectáculo, goleada o lo que se tercie beneficioso para el madridismo, perfecto, pero los 80.000 de la grada, y los millones que lo verán por televisión, se merecen una noche invernal cálida gracias a la victoria de los suyos. Razones para pensar en positivo hay. Faltaría más.
Los de Mourinho llegan a tope de moral, con 15 victorias consecutivas en el zurrón, y una efectividad goleadora, sobre todo en casa, que haría temblar al más pintado. El Barça, incluido. Por desgracia, los números no marcan goles, ayudan en la psicológico, pero materialmente no sirven. Para eso están los Cristiano, Di María, Benzema (que se perfila como titular por delante de Higuaín) y compañía. La técnica será importante pero hoy el madridismo espera un equipo con corazón, valiente, ofensivo y con una presión asfixiante desde muy arriba. Armas de sobra que definen a este Madrid. Una victoria esta noche abriría portadas en todos los medios y, lo que es más importante, abriría una brecha en la Liga que invitaría al optimismo de reconquistar el campeonato. Poco a poco me dirán, desde luego que sí, pero lo de hoy lleva consigo un título sin copa en mano. El cambio de ciclo empieza esta noche.
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