Esta temporada Ricardo Kaká es un hombre nuevo. Su fútbol es muy distinto al de las dos temporadas anteriores, en las que estuvo lastrado por las lesiones y la falta de confianza de los entrenadores, de la afición y de sí mismo. Ahora Kaká sonríe y lo hace gracias a que se encuentra en el mejor momento en el Real Madrid. Pero todas las historias de superación tienen un principio y, en su caso, la suya dio comienzo en Mestalla.
Corría el 23 de abril de 2011 cuando el Real Madrid visitaba Mestalla con la resaca de la Copa del Rey aún muy presente. El título de Liga era ya prácticamente una utopía, por lo que los de Mourinho viajaban a Valencia para disfrutar de una jornada festiva que iba a incluir el tradicional pasillo a los campeones. Por ello, el técnico luso optó por premiar a los jugadores que habían tenido menos minutos a lo largo de la temporada, como era el caso de Albiol, Garay, Granero o Canales. Hasta hizo debutar al capitán del Castilla, Nacho.
Corría el 23 de abril de 2011 cuando el Real Madrid visitaba Mestalla con la resaca de la Copa del Rey aún muy presente. El título de Liga era ya prácticamente una utopía, por lo que los de Mourinho viajaban a Valencia para disfrutar de una jornada festiva que iba a incluir el tradicional pasillo a los campeones. Por ello, el técnico luso optó por premiar a los jugadores que habían tenido menos minutos a lo largo de la temporada, como era el caso de Albiol, Garay, Granero o Canales. Hasta hizo debutar al capitán del Castilla, Nacho.
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